En los últimos años, la forma en que consumimos moda ha cambiado radicalmente, y uno de los fenómenos más destacados es la creciente popularidad de las aplicaciones chinas para comprar ropa, calzado y accesorios. Plataformas como Shein, Temu o AliExpress han revolucionado el mercado global, ofreciendo a los consumidores de todo el mundo acceso a una oferta prácticamente infinita de prendas a precios muy bajos. Esta tendencia, especialmente fuerte entre los jóvenes, ha modificado no solo los hábitos de compra, sino también las estructuras logísticas necesarias para que millones de productos lleguen a destino desde fábricas situadas, en su mayoría, en el sudeste asiático.
El atractivo de estas aplicaciones radica en varios factores, siendo, el más evidente, el precio. En este sentido, habitualmente se trata de productos extremadamente asequibles que muchas veces imitan las últimas tendencias vistas en redes sociales o pasarelas de moda. Además, estas plataformas ofrecen un catálogo enorme y actualizado constantemente, lo que refuerza la idea de inmediatez y variedad que tanto buscan los consumidores actuales. La experiencia de compra, pensada para dispositivos móviles, es intuitiva y adictiva: recomendaciones personalizadas, ofertas temporales, descuentos por acumulación de puntos o valoraciones visibles de otros usuarios hacen que comprar sea tan fácil como deslizar el dedo.
Sin embargo, detrás de esta aparente simplicidad, existe una maquinaria logística de enorme complejidad. Llevar un vestido desde un centro de distribución en China hasta una casa en España, Argentina o Alemania implica una red de operaciones muy sofisticada. Para empezar, las empresas deben coordinar la salida de miles de pedidos diarios desde centros ubicados en distintas ciudades chinas. Estos centros trabajan a un ritmo vertiginoso, empaquetando y clasificando productos que se despachan en tiempos récord gracias a sistemas automatizados y a una fuerza laboral masiva.
Una vez procesado el pedido, el siguiente desafío es el transporte internacional, tal y como nos explican los transportistas de Cargolink, quienes nos detallan que las compañías suelen utilizar rutas aéreas económicas con grandes cargueros, aunque algunas optan también por rutas marítimas cuando los tiempos de entrega no son urgentes. En el caso de los envíos express, muchas veces se consolidan varios paquetes pequeños en un solo envío hasta llegar al país de destino, donde se vuelven a dividir y se reparten localmente. Aquí entra en juego una segunda capa logística, que depende de acuerdos con empresas de transporte nacionales y locales que hacen la última milla hasta el cliente.
Este proceso de distribución internacional debe ser extremadamente eficiente para mantener los márgenes reducidos que caracterizan este modelo de negocio. Además, se enfrenta a retos como los controles aduaneros, los retrasos por saturación en fechas clave como el Black Friday o el Año Nuevo chino, y las exigencias cada vez mayores de los consumidores respecto a los tiempos de entrega y la trazabilidad del pedido. Para gestionar esta presión, las plataformas han desarrollado sistemas informáticos muy avanzados, capaces de gestionar millones de datos en tiempo real y de anticipar posibles problemas logísticos.
Además del reto técnico, también existe una presión medioambiental creciente. El modelo de compras frecuentes y envíos internacionales plantea dudas sobre su sostenibilidad, especialmente en un contexto global que cada vez exige más compromiso ecológico a las marcas. Algunas plataformas han empezado a explorar soluciones como centros de distribución regionales o acuerdos con empresas de transporte que utilizan flotas sostenibles, aunque aún queda un largo camino por recorrer.
¿Qué volumen de negocio manejan las aplicaciones chinas de moda?
Si bien es cierto que es difícil rastrear el volumen real de negocio de este tipo de aplicaciones, lo cierto es que podemos dar una aproximación. En este sentido, Shein, la más conocida de las aplicaciones chinas de moda, ha manejado cifras impresionantes en los últimos años y, en 2023, se estimaba que sus ingresos anuales superaban los 30.000 millones de dólares. Además, ha seguido creciendo con fuerza, expandiéndose no solo en Estados Unidos y Europa, sino también en América Latina, Oriente Medio y otras regiones emergentes. Esta cifra la coloca a la par o incluso por encima de gigantes tradicionales del retail como H&M o Zara, aunque con un modelo de negocio totalmente digital y con costes de operación más bajos.
Temu, que pertenece al grupo chino PDD Holdings (también propietario de Pinduoduo), ha experimentado un crecimiento aún más explosivo desde su lanzamiento en 2022. Aunque su volumen de negocio en moda pura es más difícil de aislar, se estima que su facturación global en 2023 fue de varios miles de millones de dólares, y sigue expandiéndose agresivamente, especialmente en Estados Unidos y Europa, donde invierte grandes sumas en publicidad y logística.
AliExpress, la plataforma de Alibaba enfocada al consumidor internacional, también ha mantenido un volumen elevado, aunque su enfoque es más amplio y no exclusivo de la moda. Aun así, la categoría de ropa y accesorios representa una parte sustancial de sus ventas.