Nos gusta viajar y nos gusta comer. Si combinamos ambas aficiones, la oferta de ocio, se dispara. Lo que me hace pensar en cuando se convirtió el hecho de alimentarse en una afición y una manera de ocio. En cualquier caso, así es, los humanos, somos los únicos animales que comemos por placer y no por necesidad. Cada vez son más las diferentes propuestas gastronómicas que podemos encontrar en nuestro país. El turismo gastronómico, es una de las actividades turísticas que mayor afluencia tienen en la actualidad. No es de extrañar si tenemos en cuenta nuestra variada gastronomía, la propia y la que nos llega de fuera que se fusiona a la perfección para deleitar a los paladares más selectos.
Es muy habitual centrarse en cocinas de renombre como la vasca o la catalán, donde suenan nombres de gran reputación en los fogones. Sin embargo, hoy vamos a adentrarnos en la gastronomía alicantina. Cogemos un servicio de taxi como los que ofrece Taxi Santa Pola y ponemos rumbo a esta ciudad, donde la luz, tiene un gran protagonismo, tanto como el turrón.
Una escapada a la ciudad y alrededores, invita a degustar su variada oferta gastronómica, basada en las materias primas de la zona y reconocida como una de las mejores del Mediterráneo. Son tres las características de definen la identidad de este buen hacer culinario: las influencias históricas de las que bebe, los diferentes ecosistemas de la zona y el clima, factor indispensable, sobre todo para disfrutar de sus platillos en una terraza, frente al mar.
Evidentemente para conocer su gastronomía, hace falta recorrer las zonas más emblemáticas de la ciudad. Su casco antiguo, ofrece algunas de las especialidades alicantinas más relevantes. De forma inevitable, la mejor manera de empezar con este viaje por los sentidos, es partir de la Explanada de España, donde la Casa Carbonell, un ejemplo del modernismo valenciano corona el lugar más emblemático de la ciudad. Este paseo de quinientos metros, forma un mosaico icónico en Alicante, tan inconfundible como algunos de los productos de los que vamos a hablar a continuación.
Chufas y un paseo por la historia
Para iniciar esta ruta por la ciudad de las luces, nada como empezar degustando uno de sus típicos productos: la horchata. Una buena horchata acompañada por un exquisito bizcocho de almendras, proporciona la energía necesaria para afrontar una jornada repleta de curiosidades, datos y, gastronomía.
Los que conocen Alicante, seguramente sepan que Alboraia, en su vecina Valencia, es la localidad con más horchaterías de toda la Comunidad Valenciana. No en vano, de ahí procede. Esta bebida refrescante y sabrosa, se elabora a partir del tubérculo de la chufa que, fue introducido en la península por los árabes, igual que la almendra marcona, con la que se elaboran esos fabulosos y ligeros bizcochos que la acompañan. Sin lugar a dudas, la horchata es uno de esos productos gastronómicos que no puede faltar en toda visita a Alicante.
Tras probar una de esas excelentes bebidas y con la energía a tope, lo más conveniente, es adentrarse en la Rambla, pararse en la Plaza de Elche a contemplar la antigua puerta que hacía de principio o fin del camino hacia la segunda ciudad alicantina. En tiempos del medievo, se llevaban allí ajusticiamientos. En los años veinte del siglo XX, era el punto de encuentro de las tertulias políticas del momento. Actualmente, se trata de un lugar muy querido por los alicantinos que cuenta con unos increíbles ficus gigantes para realzar el camino.
De ahí, lo mejor es girar a mano derecha y meterse en la calle Mayor que discurre paralela al Mar Mediterráneo, enlazando la Basílica de Santa María con la Concatedral de San Nicolás. Esta calle peatonal, cuenta con lugares tan interesantes como un hotel de renombre que se erige en un antiguo convento y nos lleva directamente al Pórtico de Ansaldo.
Desde el mismo, accedemos a la plaza del Ayuntamiento, donde, evidentemente, se encuentra el ayuntamiento de Alicante. Este edificio, se construyó en el siglo XVII aunque poco queda de sus orígenes, pues los franceses la emprendieron con él, destruyendo la mayor parte con sus bombardeos. Dentro del Ayuntamiento, se debe visitar el Palacio Barroco y comprobar in situ como el primer peldaño de su escalera, se sitúa la Cota Cero sobre el nivel del mar, algo así como el kilómetro cero que tenemos en Madrid.
Si damos la vuelta al Ayuntamiento, encontramos una preciosa e irregular plaza: la de la Santa Faz, punto del que parten las comitivas de las fiestas patronales. ¿De dónde procede el nombre? Para los curiosos, la plaza de la Santa Faz, se relaciona con la historia en la que Jesús, durante su vía crucis, fue limpiado con un trozo de tela. Este paño quedó impregnado con la sangre de Cristo, dejando la estampa de su rostro en él. Se cuenta que son tres los paños que existen con la imagen de Cristo, siendo la Santa Faz de Alicante, uno de ellos.
Casi sin darnos cuenta, nos hemos adentrado en el casco antiguo de la ciudad. Una zona donde los bares y las terracitas animan la plaza y sus zonas colindantes. El barrio de Santa Cruz, cuenta con edificios emblemáticos como el hotel de les Monges o el Museo del Belén. Callejeando por la zona, puedes poner rumbo a la Concatedral de San Nicolás, el patrón de la ciudad y encontrarte con un Monumento Histórico Artístico que es imprescindible visitar.
Llega el momento de cambiar de tercio y poner rumbo a la Rambla Méndez Núñez que nos lleva directamente, al Mercado Central de Alicante.
Gastronomía de origen
Qué mejor que un mercado para conocer la tradición culinaria de cualquier lugar. Los productos que se pueden encontrar en un mercado tradicional, nos proporcionan la idea más exacta de lo que podemos encontrar en las cartas de sus restaurantes o en las mesas de los lugareños. En este caso, empezamos por las salazones del Mar Menor, situada en una de las calles laterales del mercado. Este es el punto de partida para realizar, ahora sí, un viaje a través de los sentidos.
Las Salazones del Mar Menor, son un claro ejemplo de la gran tradición alicantina por este tipo de productos. Junto a la entrada, tras degustar alguna de estas salazones, encontramos la plaza de las Flores, un lugar que alberga un trágico suceso: un bombardeo en sacudió a la población civil en ese punto el veinticinco de mayo de mil novecientos treinta y ocho.
Pasado este recuerdo homenaje a los caídos, nos adentramos en una explosión de olores, colores y sensaciones sin igual. Puestos de todo tipo hacen salivar al más exigente de los paladares justo antes de bajar a la planta baja y encontrar la huerta mediterránea en todo su apogeo. La fruta de temporada se acompaña de selecciones de otros manjares como los dátiles, que cuentan con una extensa variedad. Tomates, pepinos, lechuga, verdura de todo tipo, limones… Todo el producto nacional y local presentado y listo para ser llevado a los fogones de los alicantinos y visitantes.
Otro puesto que no puede faltar es el que nos introduce en el apasionante mundo del turrón. Alicante y turrón son sinónimos, no podía ser de otra manera, puesto que en estas tierras, el turrón de mayor calidad y con mayor prestigio del país, se come durante todo el año. Podemos encontrar hasta quinde variedades de este excelente producto exclusivo de la navidad en el resto del país.
No se puede visitar Alicante sin probar los productos de los que ya hemos hablado, pero aun nos queda algo más que probar en este viaje cultural y gastronómico: las cocas de San Juan. Esta especialidad, típica de las fiestas del mismo nombre, son una especie de empanada, cuyo ingrediente principal es el aún de sorra o la mollita. Según los lugareños, la mejor manera de degustar este plato típico es acompañarlo de una bebida, pues la masa tiende a hacerse bola.
Los amantes del vino, también tienen su sitio en Alicante. Los vinos de la región cuentan con D.O. propia entre los que cabe destacar el Fondillon, uno de los caldos más caros del mundo y que solo los más exigentes, pueden degustar con todo su potencial.
Tras este paseo por la ciudad de Alicante, podemos comprobar que nos queda mucho por recorrer. Más allá de esa horchata, los productos de la huerta, esas cocas de San Juan o su fantástico vino, Alicante, ofrece mucho más. De lo que nos damos cuenta es de que Alicante, al igual que sucede con su vecina Valencia, es más que arroces de todo tipo. En su oferta gastronómica podemos encontrar arroces, carnes, guisos, calderetas de pescado, marisco y todo tipo de cocina internacional o fusión que enriquece la gastronomía local para encumbrarla a lo más alto de los paladares.
Sin olvidar que sus productos con más renombre son la horchata, como bebida refrescante y el turrón como exquisitez dulce, la gastronomía alicantina, cuenta con lo mejor de la dieta mediterránea y los productos que ofrece la tierra. Todo ello en un entorno ideal para hacer a su vez, turismo convencional.