Vivimos en un mundo donde conseguir la felicidad resulta cada vez más difícil. Y es que estamos tan centrados en todo lo que tenemos que hacer –vida familiar, social y laboral, tiempo libre, hobbies…– que nos olvidamos de nosotros mismos, y eso es un gravísimo error.
Tenemos tantas obligaciones y responsabilidades que tendemos a dejar nuestra salud para lo último, y eso jamás debería permitirse, ya que, si nosotros no estamos bien, ¿quién hará por nosotros todas esas cosas?
Los pensamientos importan
Lo primero que has de saber es que debes tener muchísimo cuidado con lo que piensas y dices sobre ti mismo, ¡porque nuestro cerebro se lo cree! ¿Nunca te lo habían dicho?
El cerebro es el órgano que usamos para comunicarnos y relacionarnos con los demás. Hasta ahí todos sabemos eso, pero lo que la gente pasa por alto es que el cerebro, aunque tenga un concepto sobre nosotros mismos, no nos diferencia a nosotros del resto de las personas… y todo lo que pensemos de nosotros o digamos de nosotros lo asimila como si se lo hubiéramos dicho a alguien diferente, a una persona separada. En el sitio donde almacenamos el concepto que tenemos de cada persona, también es donde se encuentra el concepto que tenemos sobre nosotros y allí guardamos todas las impresiones y definiciones que otros y nosotros mismos hemos dicho o pensado alguna vez.
¿Nunca os ha pasado haber cambiado la percepción visual que teníais sobre una persona cuando os habéis enfadado con ella? Lo típico de cuando cortáis con vuestra pareja, muchas veces la veis más desfavorecida que antes e, incluso, os planteáis cómo habéis podido estar con ella. Lo mismo pasa en nuestro cerebro con nosotros, por eso unos días incluso nuestro propio reflejo en el espejo parece haber cambiado.
El cerbero no solo cree lo que decimos, sino que muchas veces crea en la medida de lo posible esta realidad. Esto es así porque este órgano establece una serie de conexiones que asimila como verdad, y, si estás constantemente diciéndote a ti mismo que “nunca vas a conseguir ganar músculo”, por ejemplo, y te convences de que es porque tu fisionomía no está preparada para ello, vas también a convencer a tu cuerpo de que, efectivamente, no puedes ganar músculo.
Los pensamientos negativos importan e influyen en nosotros mismos más de lo que te imaginas. Has de tener mucho cuidado con el poder que le transfieres a ellos. ¿Nunca has visto a una persona negativa por la calle? De estas que se llevan todo el día quejándose o que no sonríe nunca. ¿Las ves felices? Ellos han acostumbrado a su cerebro a reaccionar negativamente a todo lo que les pueda pasar.
Pero, en cambio, ¿cómo ves a las personas positivas que se llevan sonriendo y hablando de cosas buenas todo el día? ¡Son felices, son MUY felices! No es que a ellos les pasen más cosas buenas y a los otros más malas, sino que lo bueno lo celebran y a lo malo le buscan el lado positivo o, simplemente, no le dan el poder de amargarles la vida. Ellos contagian también con eso a las personas que hay a su alrededor.
Y es que los pensamientos influyen no solo en la forma que tenemos de enfrentar la vida, sino en la manera que tenemos de enfrentar al mundo e, incluso, de vernos a nosotros mismos.
La importancia de la autoestima
Gracias a todo lo que hemos visto, podemos, además, sacar a relucir otro factor fundamental para la salud: la autoestima importa, ¡e importa mucho!
La autoestima comienza a forjase y a crecer desde los cuatro años. Esto quiere decir que, desde esa corta edad, uno ya empieza a formarse un concepto de sí mismo, a apreciarse y a definirse, tanto en base a los demás como con sus propias opiniones y creencias.
Durante la niñez, la autoestima se agarra fervientemente a tu entorno más cercano –a la familia, sobre todo–, y cuando más contacto tengas con ellos, mejor autoestima vas a tener. Siempre que sean relaciones familiares sanas, por supuesto.
El problema empieza realmente en la pubertad y en la adolescencia, que es cuando la opinión de otras personas empieza a importarte y tiene un impacto brutal en tu autoestima. Ya no solo te centras en tu familia, sino que has de abrir horizontes y conocer a otras personas y, según la percepción que estas tengan sobre ti, tendrás una mejor o peor autoestima. Esto es un gran problema para los adolescentes, ya que, en esa edad, para ellos es importante forjarse una imagen pública, lo que conlleva a la aceptación por parte de personas ajenas a su entorno.
¡Por ejemplo! No va a tener la misma autoestima un adolescente que se haya llevado toda su infancia y adolescencia siendo víctima del bullying –lo cual afecta a su correcto desarrollo, a la autoestima e, incluso, a su cerebro– que un adolescente que sea popular en el instituto, tenga decenas de amigos y sea muy querido en ese entorno.
Pasadas estas dos etapas, las personas ya tienden a tener una definición bastante definida de sí mismos. Por lo que va a ser esencial en su infancia y adolescencia que crezcan en un ambiente psicológicamente sano y favorecedor.
Cuando entramos en la etapa adulta, la autoestima empieza a centrarse más en temas laborales y sociales, además de en ti mismo y en tu pareja. Empieza a importarte más lo que piensen los demás y tu pareja de lo que te imaginas, y la percepción que tenemos sobre nosotros mismos cambia.
Y, en consecuencia, TODO esto influye, irremediablemente, en nosotros y en nuestro comportamiento con nosotros mismos y con los demás.
La salud es importante para la autoestima
Cuando somos jóvenes, formamos nuestra personalidad: nuestros gustos, nuestras preferencias, nuestros lazos… pero no es lo único que formamos.
También desarrollamos cómo queremos que los demás nos vean. Es decir, empezamos a formar nuestra apariencia, nuestro estilo, cómo queremos presentarnos ante la sociedad. En principio no para recibir su aprobación, sino porque se está formando nuestra identidad y tenemos que descubrir quiénes somos.
Es cuando más cambios experimentamos hasta llegar a ser quienes queremos ser:
- Descubrimos nuestro estilo: heavy, rock, hippie… y adquirimos todo en base a él (música, ropa, complementos…). Irremediablemente, los demás van a empezar a reconocer que nosotros solemos llevar ese estilo, formamos nuestra identidad en base a nuestros gustos.
- Cambiamos mil veces de pelo: nos lo teñimos de mil colores (negro, rubio, fantasía, rojo…), nos lo rizamos o alisamos, nos lo cortamos (o lo dejamos crecer), experimentamos mil peinados distintos… ¡Porque el pelo también forma parte de nosotros y, como tal, queremos sentirnos a gusto con él!
- Nuestras pertenencias también nos acompañan: ya seamos más anime o nos guste más la temática Disney, todo nuestro alrededor vendrá de la mano con nosotros (comics, muñecos, colecciones, discos…). Porque son importantes para nosotros y, como nos gusta, los demás también procederán a regalárnoslo en días importantes (como nuestro cumpleaños o Reyes).
¿Sabes otra cosa que también influye muchísimo? La salud bucodental
Está más que comprobado que la salud bucodental nos importa. ¡Y mucho!
Los niños con brackets, con caries, con malformaciones óseas de la mandíbula… lo ven reflejado en su apariencia y, en consecuencia, tiene un impacto bastante poderoso en nuestra autoestima y felicidad.
Es normal, a partir de cierta edad nos empieza a importar la imagen que mostramos ante los demás, y el hecho de mirarnos en un espejo y ver cosas que no nos gustan en nuestros dientes puede influenciarnos más de lo que pudieras siquiera imaginar.
Por esta misma razón, que los padres mantengan una serie de responsabilidades en sus hijos va a ayudarlos a que su autoestima no mengua y que su salud no se vea perjudicada. En realidad, es muy fácil:
- No abusar del azúcar, porque pica los dientes y puede provocarnos caries e, incluso, que se nos caigan.
- Cuidado con los dulces, que son una buena fuente de azúcares. ¡Y ya sabes lo que pasa! Por no hablar de la alta tasa de obesidad infantil, que cada día está más alta y es muy peligrosa para nuestros hijos.
- Enséñales a lavarse los dientes después de cada comida, para eliminar los restos que puedan quedarse entre sus dientes y, así, evitar caries.
- Llévale a revisión una vez al año para evitar que pueda tener enfermedades de la que no seas conscientes.
- Existen, además, páginas con artículos y consejos de dentistas especializados –como la propia Consejo Dentistas (creada en 1930 y formado por grandes especialistas del sector)–, donde podrás buscar información de interés y comprobar las cosas cuando la necesites.
La autoestima y la felicidad no son cosas que tengamos que dejar de lado, afectan toda nuestra vida… y, para que esta se mantenga, es necesaria una serie de responsabilidades que no está de más tomar.
¡No lo dejes! La salud –y la felicidad y autoestima de tus hijos–, ¡también importan!