¿Tienes un patio o jardín en tu casa? ¿Te has preguntado qué pasaría si pintaras las paredes de color? ¿Te has planteado alguna vez cambiar el color de la fachada? Que sepas que puedes. Existen más colores para el exterior de un edificio que el blanco o el gris.
El color de las fachadas de las casas tiene un sentido estético y una función práctica. Desde atraer o repeler el calor derivado de los rayos del sol, hasta reconocer una dirección en un barrio de casas iguales.
No pretendo con este artículo crear tendencia. Si no abrir el abanico de posibilidades en la decoración de exteriores. Pues como nos dicen los expertos de De Color, una empresa fabricante y distribuidora de pinturas de Albacete, hoy en día se puede fabricar pintura del color que se quiera, tanto para interiores como para exteriores.
El Mediterráneo y sus casas blancas.
Si hay un elemento que caracteriza y unifica a todos los países ribereños del mar Mediterráneo son sus preciosos pueblos de casas encaladas. Esos pueblos anclados en una montaña o pegados a la costa que llaman la atención por tener todas sus casas pintadas de blanco.
No es algo exclusivo de Andalucía. Puedes encontrar preciosos pueblos blancos en el sur de Italia, en Grecia, en Turquía, en Túnez o en Marruecos. Incluso con arquitectura muy parecida.
El uso del color blanco es para mantener fresco el interior de la casa. El blanco refleja toda la luz solar y expulsa el calor que irradia. La luz choca contra las paredes y sale despedida como si chocara contra un espejo.
Al mismo tiempo, permite aprovechar al máximo la energía solar. Inunda de luz las calles. Se trata de pueblos que tienen mucha vida exterior debido a la buena temperatura que hace durante todo el año. Casi todas las relaciones interpersonales y comerciales se realizan en la calle.
Pero hay más razones para usar el color blanco. La pintura que se utiliza es cal disuelta en agua y sosa cáustica. Un mineral abundante en las costas mediterráneas. Los habitantes de los pueblos acudían a las montañas y se llevaban rocas de piedra caliza que ellos mismos disolvían en los patios de sus casas. Cada año, al llegar la primavera, le daban una mano de cal a las paredes.
Las casas tradicionales de los pueblos mediterráneos están construidas de adobe, con vigas de madera. No están hechas de piedra o ladrillo. Es como si se viviera dentro de un ánfora gigante de barro que conserva una temperatura agradable. Sin embargo, el adobe necesita una cobertura que lo mantenga compacto. Esa función la realiza la cal. Hay que evitar que el barro se seque y se transforme en tierra, de forma que se vaya desmoronando la pared. Por eso cada año era necesario enjalbegar. Darle una mano de cal a las paredes exteriores. Estas casas requieren de un mantenimiento regular.
El color y la temperatura.
En el blog de divulgación «En Clave Científico» hay un artículo muy interesante sobre la relación entre el color y la temperatura. El color es una propiedad de los elementos que hace referencia a la capacidad de absorción o refracción de las longitudes de onda que forman la luz solar.
A grandes rasgos podemos decir que los colores oscuros, más cercanos al negro, absorben más el calor, mientras los colores claros, más próximos al blanco, lo rechazan, pero tienen sus peculiaridades.
Colores como el amarillo claro, el rosado, el marfil o el anaranjado repelen más calor que el color blanco. Tiene que ver con la relación del color con la luz. Algo que se aprecia plenamente en los colores intensos.
El color rojo, por ejemplo, refleja toda la luz solar, excepto los rayos ultrarrojos. Por eso cuando vemos una persona con la tez oscura que lleva una camiseta roja, decimos que la ropa le ilumina la cara. Lo mismo sucede con el morado, que rechaza los rayos ultravioleta.
A medida que se van tamizando los colores, es decir, haciendo más suaves, la capacidad de absorción de esos rayos se reduce. Eso tiene una traducción térmica en la cantidad de calor que es capaz de repeler.
El brillo es otra propiedad que también tiene que ver con la capacidad de absorción de la luz y el calor. Las superficies brillantes absorben una mayor cantidad de calor, mientras que los colores mates lo expulsan.
Hay que señalar que la relación que tienen los colores con el calor hace referencia a la luz solar. Por eso es interesante tenerlos en cuenta en la decoración de exteriores. Si sometemos a los colores a otra fuente de calor, diferente del sol, su comportamiento es distinto. Los objetos reaccionan igual con independencia del color que tengan.
Si vivimos en climas fríos buscaremos colores con capacidad para retener el calor, mientras que si habitamos en lugares calurosos, optaremos por tonalidades que nos mantengan más frescos. Todo eso, teniendo en cuenta que también el color absorbe o refleja la luz. El hombre necesita luz solar para que funcione correctamente su organismo. Esto también influye en el estado de ánimo. Por eso es impensable, por muy frío que sea un sitio, decorar las fachadas de negro.
Ciudades y barrios de colores.
Como hemos dicho antes, el color no solo se utiliza en referencia a la temperatura y a la luz, sino también se emplea para otros fines prácticos. En la revista «Cut y Paste» hacen un recorrido por las ciudades más coloridas del mundo. Nos detendremos en algunas de ellas.
- La Habana. (Cuba).
Pasear por el casco viejo de La Habana es una delicia. Aparte de su aire colonial, nos sorprende ver que la fachada de cada edificio está pintada de un color diferente. Al lado de un edificio rosa, encontramos uno azul turquesa, y al otro lado uno amarillo. La razón está en el carácter comercial que tenía la ciudad.
Cuando Cuba se independiza de España en 1898, la isla, que era una provincia, no una colonia, tenía una renta per cápita superior a la península. La razón es que era el primer productor del mundo de azúcar de caña. Un producto muy valorado a finales del siglo XIX. De hecho, en Cuba se puso en marcha antes el ferrocarril que en España.
En Cuba se movía mucho dinero y La Habana era el centro de operaciones comerciales. Para los mercaderes era preciso saber donde vivía tal o cual persona para cerrar los tratos. Ya no solo para comprar azúcar o tabaco. La industria textil catalana floreció porque vendía sus telas a los hacendados cubanos, incluso se la llevaban a casa. El marqués de Comillas se hizo millonario porque logró el monopolio del transporte marítimo entre Cuba y la península. Tener pintadas las casas de colores facilitaba localizar a los clientes y a los proveedores.
- Notting Hill (Londres, Inglaterra).
Además de ser el título de una conocida comedia romántica protagonizada por Julia Roberts y Hught Grant, Notting Hill es un bonito barrio residencial de clase media de Londres. En él, todas las casas son exactamente iguales. Una entrada a mano derecha con una escalera y un hall porticado con dos columnas y dos grandes miradores acristalados a mano izquierda. La forma más sencilla de identificar las casas es que la fachada de cada una de ellas esté pinta de un color distinto.
Lo mismo sucede en el barrio de Balat (Turquía), el antiguo barrio judío de Estambul. En el que todos los edificios parecen casi idénticos, si no llega a ser porque el color de la fachada de cada uno de ellos es diferente.
Dice la leyenda que en 1800, el gobernador holandés de la isla caribeña de Curazao obligó a los habitantes de la ciudad de Willestad, actual capital del país, a que pintaran las fachadas de los edificios cada uno de un color distinto y que nunca fuera blanco. Esto se debía a que cada vez que paseaba por la ciudad sufría desorientación y tendía a perderse.
- (Italia).
Burano es una isla veneciana situada a 7 kilómetros del casco antiguo de Venecia. Atravesada igual que ella, por canales. Las casas están pintadas de colores intensos y llamativos. Se dice que se optó por esa decoración para que los marineros pudieran divisarla desde el mar, incluso los días de niebla.
- Ciudad del Cabo (Sudáfrica)
El culto por el poli-cromatismo forma parte de la identidad cultural de los países africanos subsaharianos. Podemos ver como combinan una gran cantidad de colores en sus pinturas, en sus artículos de artesanía o en sus trajes típicos. Los barrios de la capital de Sudáfrica están abarrotados de fachadas de colores azules, verdes, rosas, amarillas o naranjas. Ha surgido así de forma espontánea. Si una familia veía que su vecino tenía la casa violeta, pues ellos pintaban su fachada de rojo. Ese gusto por los colores se aprecia también en algunas ciudades americanas con una fuerte presencia de población afrodescendiente, como Salvador de Bahía o São Paulo en Brasil.
A partir de aquí, puedes plantearte pintar la fachada de tu casa de algún color que te guste y darle un toque de personalidad propia.