Si te digo esto, parece como si me refiriera a Córdoba como si fuera Roma, o como si fuera la Meca. Córdoba tiene mucho del islam, pero sobre todo, tiene mucho de España. Perderte por las intrincadas calles de su casco antiguo, el más grande de Europa, te ayuda a descubrir cómo somos.
Dice mi amigo José Manuel de Cádiz, profesor de secundaria, que tenemos la visión de la historia que nos han querido dar los reinos cristianos, los vencedores de la reconquista. Pero la historia tiene otro enfoque. Al Ándalus. El reino independiente que unificó toda la península ibérica, cuando la monarquía visigoda estaba desmembrándose en luchas internas.
A penas, 7000 hombres llegados del norte de África, replegaron a la nobleza cristiana en las montañas. Esto solo pudo ser posible con el apoyo de la población. El islam de aquella época había recogido los avances de la antigua Roma, y representaba para el pueblo el progreso y la tolerancia, frente a la recesión y el oscurantismo que auguraba el comienzo de la Edad Media. Durante 7 siglos, los árabes dejaron su impronta en nuestro país, contribuyendo a definir nuestra identidad. Esto se puede ver caminando por Córdoba.
Hay varias maneras de visitar Córdoba, unos lo hacen por su cuenta, con un plano que han recogido en un punto de información turística. Otros recurren a visitas guiadas. Rachid la visitó en una excursión organizada por Visitiurs, una empresa que realiza tours guiados en grupo por las principales ciudades de Andalucía. Dice que es una de las mejores excursiones que ha hecho en su vida. El guía turístico ilustraba sus explicaciones con experiencias vividas. Así es el espíritu cordobés. Abierto y entrañable.
Hablar de Córdoba, como de Sevilla o de Granada, las tres perlas monumentales de Andalucía, nos podría dar para escribir una colección de libros. Con este artículo solo pretendo dar algunas pinceladas sueltas para despertar tu inquietud por visitar la ciudad, por si aún lo tienes dormido.
El Califato de Córdoba.
Cuenta la leyenda, que allá por el año 750 de nuestra era, cuando la dinastía de los Omeyas reinaba sobre el vasto territorio del islam, un pequeño grupo de sicarios que operaban a las órdenes de los Abasidas, entró en el palacio de Damasco y pasó por el cuchillo a toda la familia real. Solo uno de ellos se libró de la matanza, Abderramán, el hijo del Califa Marwan II y de una esclava bereber.
Escondido por sus sirvientes, el hijo del califa asesinado, fue llevado en secreto al rincón más recóndito del Islam, la recién conquistada Hispania, llamada al-Ándalus por los árabes. Allí se guareció en una ciudad de origen romano llamada Córdoba. Con el objetivo de que algún día recupera su corona.
Los Abasidas persiguieron a muerte a los partidarios de los Omeyas durante años. Cambiaron la capital del Islam de Damasco a Bagdad. Y se esforzaron por borrar cualquier rastro de la dinastía pasada.
Con poco más de 25 años, el joven Abderramán, acompañado por sus acólitos, expulsó a los seguidores de los Abasidas de Hispania. Declaró al-Ándalus como un califato independiente. Que seguía las enseñanzas de Mahoma, pero no rendía obediencia a Bagdad, y situó en Córdoba la capital de aquel reino.
Nace entonces la época dorada de la ciudad. El califato de Córdoba. El lugar en el que conviven musulmanes, judíos y cristianos. 500 años antes de que Toledo sea declarada la ciudad de las tres culturas, bajo el reinado de Alfonso X “El Sabio.”
La mezquita.
Es el lugar más emblemático de la ciudad. Un monumento que todas las guías de viaje recomiendan visitar. La web de turismo Sitios de España señala que es un monumento único en el mundo. En él se mezcla la arquitectura árabe con el estilo gótico, renacentista, barroco y mudéjar, sin perder su esencia original.
El origen de la Mezquita está en la basílica paleocristiana de San Vicente Mártir. La cual, los árabes andalusís reclamaron como lugar de culto. La reformaron y la extendieron, dejando una pequeña capilla en un extremo para que pudieran acudir los cristianos que vivían en la ciudad y pagaban sus tributos.
La Mezquita llegó a ocupar 23.400 metros cuadrados. Llegando a ser la segunda mezquita más grande del mundo durante la edad media, solo superada por la mezquita de la Meca.
En 1236, con la conquista definitiva de Córdoba por parte de Alfonso III de Castilla, se declara catedral cristiana, sin efectuar a penas ningún cambio. Esta no era una práctica habitual entre las tropas cristianas. Las cuales solían derruir las antiguas mezquitas, levantando en su lugar nuevos templos de adoración a Cristo.
Esto se hace así por la belleza indudable de lugar y porque, aunque la ciudad fuera conquistada, conservaba un buen número de moriscos entre sus habitantes.
A la mezquita, aunque se le van añadiendo elementos arquitectónicos de periodos posteriores, no sufre ninguna transformación relevante hasta el reinado de Carlos V, quien llega a lamentarse de haberlo permitido, diciéndole al arquitecto Bernardo de Alderete: «habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes».
Además del impresionante patio de los naranjos, que sirve de preámbulo antes de entrar en el interior de la mezquita, un detalle que llama la atención es que posee 1391 columnas y ninguna es igual.
Medina Azahara.
Medina Azahara son las ruinas de una ciudad imperial, mandada construir por el califa Abderramán III entre el 936 y el 976, ubicada a 8 kilómetros de la ciudad de Córdoba, en dirección a Sierra Morena. La web oficial de Medina Azahara señala que es el complemento perfecto a la Mezquita.
La idea del califa, cuando mandó construir la ciudad, era la de trasladar hasta allí su corte, en un momento en el que la ciudad de Córdoba no paraba de crecer. Lo hace como muestra de poder frente al recién instaurado Califato Fatamí, ubicado en Túnez y que se muestra enemigo de los Omeya, tanto en lo político como en lo religioso.
En aquella ciudad palacio, Abderramán III se siente más protegido frente a sus enemigos que si estuviera viviendo en Córdoba. Años más tarde, el caudillo militar Almanzor, traslada todas las funciones administrativas a Medina Azahara,
La ciudad que mandó construir Abderramán fue saqueada y destruida en las guerras civiles que se dieron en Al Ándalus a la muerte de Almanzor entre el 1010 y el 1013, que dieron lugar a los reinos de Taifas.
El actual complejo de Medina Azahara es fruto de un arduo trabajo de arqueología y restauración. Podemos ver entre otros monumentos el Salón Rico, la sala donde estaba ubicada el trono del califa y el punto de recepción a los embajadores, la casa militar o los jardines alto y bajo.
Medina Azahara está declarada Patrimonio de la Humanidad por la U.N.E.S.C.O. y recibe cada año una media de 269.000 visitantes.
Por problemas de extensión del artículo no vamos a abordar más monumentos. De todos modos, Córdoba tiene muchos lugares de interés. Como el Alcázar de los Reyes Cristianos, en frente de la mezquita, el puente romano sobre el Guadalquivir, la Plaza de la Corredera, la Plaza de los Capuchinos, la plaza del Foro, el Palacio de Viana, la estatua de Averroes, la muralla y aunque no seas aficionado, el museo taurino.
¿Cuándo visitar Córdoba?
Se puede visitar Córdoba cualquier época del año, pero si hay una época especial en la que la ciudad está resplandeciente es el comienzo de la primavera. Finales de abril y el mes de mayo. Cuando se organizan los célebres concursos de patios y de las cruces.
Las casas andaluzas tradicionales se caracterizan porque tienen un patio nada más cruzar el umbral de la puerta. En torno a ese patio se distribuyen las habitaciones de la casa. Es la misma estructura de la casa romana, que posteriormente adoptaron los árabes Estos patios están repletos de plantas y macetas, que los habitantes van cuidando durante todo el año.
Muchas casas ni siquiera tienen puerta de la calle, sino una verja. Por lo que si pasas junto al portal, puedes ver el patio desde la calle. En algunas fincas, el patio es el nexo de unión de varios vecinos. No distribuye las habitaciones, sino varias viviendas familiares, como si fuera una corrala.
En mayo, todas las casas, con una estructura tradicional, de Córdoba abren sus puertas al público. Los patios están engalanados con las macetas en flor y detalles de color, ordenados como si fuera una composición artística. Todas las casas del extenso casco antiguo de Córdoba son de este tipo. Por lo que puedes conocer los monumentos de la ciudad, al mismo tiempo que visitas los patios de sus vecinos.
El Festival de las cruces de mayo se suele celebrar unos días antes. La primera semana del mes. Es una tradición que consiste en que las hermandades de semana santa montan altares por las plazas de la ciudad, con una cruz en el medio, engalanada con flores.
Si Córdoba, ya de por sí, es bonita, en mayo, es una explosión para los sentidos.